Data del año 250 a.C. un
cuerpo sin vida arrebatado del descanso eterno, una habitación sórdida, él abre
los ojos, un momento de lucidez, escenario perfecto que ofrece una oportunidad
única de un desafío, un rostro desfigurado, reflejante en aquel quinqué, un
libro de papiro invita a ser escrito, él plasmará el recuerdo de cómo era y no
como la creación inhumana. Escribirá para ella entre líneas el secreto que
nunca será revelado a los ojos de ella.
El susurro del tiempo con ese
reloj marcando las horas escuchar el tic tac es sofocante, como la extinguida
luz de aquella vela, la vida que no le pertenece más, revelar los secretos de
aquel que ahora sirve, sin imaginar lo que el siniestro ser tramaba y el
terrible suceso que viviría.
El bello cuerpo que su creador
traía en sus brazos era de un rostro hermoso, el estremecedor encuentro de
sentir que lo conectaba entrañablemente a ella, morir por no saber por qué, y
tener de consuelo perderse en el tiempo tomando una botella que no podrá
disfrutar.
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