Sentados en el jardín, el
disfrutaba, el tiempo con su amada volaba. Él había preparado un almuerzo
especial y estaba maravillado e inmerso en su sonrisa, su voz, su compañía;
sentía que nunca había sido más feliz, deseando que estos momentos fueran
eternos. Ella, con la copa de vino en su mano no dejaba de pensar que este
momento acabaría pronto, que tenía que esperar seis meses para verlo de nuevo;
pero al ver la rosa que le llevo su amado, solo quería disfrutar del
momento.
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